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Consumo responsable en alimentación

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Consumo responsable en alimentaciónPulsa para leer  



Introducción:

El consumo responsable es un modelo de comportamiento que analiza y tiene en cuenta las repercusiones en el medio ambiente y la igualdad social del consumo cotidiano y de las decisiones de compra.

En materia de alimentación, un consumidor responsable es aquel que prefiere los alimentos beneficiosos para el planeta, así como los productos de los productores que cumplen determinadas normas y principios éticos. Adquieren productos y servicios no basándose únicamente en criterios económicos, sino teniendo en cuenta una serie de factores como:

  • Salubridad y calidad de los alimentos
  • La huella ambiental de los procesos de producción y distribución
  • Las condiciones laborales y remuneración de los productores
  • Los materiales de envasado                         
  • En qué situación y circunstancias se produjeron
 

 

Contenido del tema:

Entre otras cosas, el consumo responsable se refiere al uso de un determinado producto a lo largo de su ciclo de vida. En lo que respecta a la alimentación, un consumidor responsable es aquel que compra con conciencia y análisis crítico sobre lo que realmente va a necesitar y podrá consumir, tratando de desperdiciar la menor cantidad posible de recursos y de utilizarlos eficazmente.

Los consumidores responsables son conscientes de que el consumo o la compra de un producto o servicio siempre tiene consecuencias más o menos ocultas. Las decisiones que tomamos respecto a la producción y el consumo de alimentos repercuten en el clima, el uso del agua y la tierra, y la capacidad de las personas para alimentarse, vivir y trabajar dignamente aquí y en todo el mundo. El sistema de producción de alimentos y nuestras decisiones de compra y consumo nos afectan a las personas, a nuestro entorno y comunidad, a la economía de nuestra sociedad y al medio ambiente.

En concreto, la producción de alimentos es uno de los sectores más perjudiciales para el medio ambiente y hoy en día la alimentación es una de las principales preocupaciones mundiales. La producción intensiva y el excesivo procesamiento de los alimentos son responsables de la emisión de grandes cantidades de CO2.

Un consumo y producción más responsable y sostenible puede contribuir sustancialmente a la reducción de la pobreza y a la transición hacia economías más verdes, bajas en carbono y circulares.

El consumo responsable es además de sostenible y ecológico, un consumo ético y socialmente justo, un consumo más consciente y responsable.

Comprar alimentos producidos de forma sostenible puede cambiar los patrones de producción de forma que se generen menos residuos y desechos, no se liberen sustancias nocivas o tóxicas al medio ambiente y no se ataque a la biodiversidad del planeta.

Comprar éticamente, por otra parte, significa evitar comprar a grandes multinacionales y acortar al máximo la distancia entre productor y consumidor, para asegurarnos de que sabemos exactamente dónde y cómo se han producido los alimentos que compramos, y en qué condiciones han trabajado las personas que han participado en el proceso de producción.

Cada vez que compramos un producto, estamos financiando la realidad que hay detrás. Financiar al pequeño agricultor o pescador local, en lugar de a las grandes empresas económicamente sólidas significa participar en un proceso de redistribución de la riqueza hacia una economía del bien común.

Buenas prácticas:

Una de las piedras angulares del consumo responsable aplicado a la alimentación es evitar el desperdicio de alimentos. Existen varias aplicaciones online que combaten el desperdicio de alimentos conectando de forma sencilla a consumidores con comerciantes y restauradores, permitiéndoles vender productos antes de que se estropeen y haya que tirarlos o incluso productos con defectos estéticos, a bajo precio.

La más conocida es sin duda Too Good To Go, donde se pueden comprar lotes de productos no vendidos, próximos a caducar o con defectos estéticos, procedentes de supermercados, tiendas de ultramarinos, fruterías, restaurantes, bares, panaderías, etc. Además de vender estos productos a bajo precio, también existe la posibilidad de donarlos a organizaciones y asociaciones sin ánimo de lucro, como hace también Regusto.

Una aplicación algo diferente con respecto a las anteriores es Best Before que aprovecha las cualidades multitáctiles de la pantalla del teléfono y los avances gráficos y de las cámaras, para proporcionar un sistema inteligente, visual e intuitivo de controlar la caducidad de cada alimento. La aplicación permite tomar una fotografía del producto e introducir sus datos de vida útil. Después, nos mostrará el listado de productos en un diseño visual, de tal manera que primero aparecerán los más próximos en caduca, con un código de colores donde rojo es «a punto de caducar»; amarillo, «en plazo medio»; y verde, «lejos de la caducidad».

Otra marca comprometida con la producción sostenible y responsable de alimentos es Meatless, que vende hamburguesas, carne picada, albóndigas y salchichas vegetales con un sabor increíblemente parecido al de la carne. Los alimentos de origen vegetal no sólo protegen y fomentan el bienestar de los animales, sino también el de los seres humanos y el medio ambiente. Estos productos son una excelente fuente de proteínas sin colesterol y su producción requiere mucha menos agua, tierra y energía que las hamburguesas de carne tradicionales y tiene un 90% menos de emisiones de gases.

Desafíos actuales y futuros:

Muchos fabricantes están haciendo de la sostenibilidad una prioridad dentro del proceso de producción y distribución de sus productos, adaptándose a la creciente preocupación de los consumidores por este tema. Uno de los mayores retos es el envasado: en los supermercados, y también en las tiendas, estamos acostumbrados a la hiper plastificación de todos los envases. Algunos han empezado a utilizar papel u otros materiales más sostenibles, pero la mejor opción es, sin duda, no utilizar ningún envase, siempre que sea posible. Aunque comprar a granel puede parecer especialmente incómodo, sobre todo al principio, es fundamental para reducir el uso de envases sobre todo de plásticos, que aunque ayuda a conservar muchos tipos de alimentos, es necesario reducir por su impacto ambiental.

En el caso de los alimentos, uno de los mayores problemas para el consumidor es la falta de información. No todo el mundo está acostumbrado a leer la etiqueta con atención para entender qué es el producto que estamos comprando y de dónde procede. Incluso cuando el consumidor quiere tener un comportamiento responsable, no siempre es fácil entender qué productos son sostenibles y éticos y cuáles no. Con el tiempo, se han creado diversas certificaciones, que se pueden encontrar en las etiquetas de los productos, que garantizan la sostenibilidad y la calidad del producto, las condiciones de trabajo seguras y éticas, la responsabilidad social de la empresa, etc. Hay que precisar, sin embargo, que al menos se debe ser consciente de lo que implica una certificación de este tipo y qué tipo de requisitos deben cumplir el producto y la empresa para obtenerla.

Pero la regla más sencilla es esta: cuanto más natural es el alimento, más corta o innecesaria es la etiqueta de composición. Los alimentos naturales solo necesitan acreditar su trazabilidad, es decir, su origen. Si incluyen etiqueta de composición, es porque en mayor o menor grado, son procesados.
 



El peso de la economía en la alimentaciónPulsa para leer  



Introducción:

La industria de la alimentación y bebidas es el mayor sector de fabricación de la UE en términos
de volumen de negocio, valor añadido y empleo.

Es importante recordar que:

1. Esta industria es una de las piezas más importantes de la economía porque atiende a la alimentación de las personas y la demanda nunca cesará.

2. La alimentación y bebida es el segundo gasto más importante de los hogares.

3. La industria alimentaria genera y mantiene muchos puestos de trabajo: sólo en Europa, 4,82 millones de personas trabajan en este sector.

Todo ello muestra que esta industria tiene un peso considerable dentro de la economía mundial y de cada país. Los consumidores deben ser conscientes de ello y del peso que sus decisiones de compra y consumo tienen en la economía local, nacional e incluso mundial.

El consumo responsable de alimentos tiene un gran impacto. Tomar decisiones conscientes sobre qué productos, de qué empresas y orígenes comprar implica ejercer un poder económico sobre los valores de las empresas y cambiar el mercado y la cultura compartida de nuestra sociedad, ya que sólo favorecería a las empresas y organizaciones que cumplieran con las normas éticas y morales y estuvieran comprometidas con las cuestiones sociales.

Impacto/Beneficios:

Ser un consumidor económicamente responsable significa ser crítico con el propio gasto, pero también pensar qué tipo de economía queremos financiar y actuar de forma coherente para ello.

Comprar y consumir de forma responsable se traduce en optar por una economía local y circular. Los negocios locales son lo que mejor pueden garantizar nuestra subsistencia respetando el ecosistema, la salud y la cultura local. También fomentan la convivencia y la solidaridad.

Por lo tanto, un consumidor responsable preferirá los alimentos locales y con su consumo favorecerá a las pequeñas empresas locales, más sostenibles y éticas que las grandes corporaciones. Dado que la alimentación y la bebida constituyen el segundo mayor gasto de los hogares, el dinero destinado a la alimentación tiene un gran peso dentro de la economía, especialmente en la local. Si en una determinada comunidad, ciudad o barrio todos los consumidores compraran productos de la zona, la circulación de dinero repercute en la propia comunidad, contribuyendo a mantener el empleo y el arraigo de la población, una gran preocupación en la mayoría de las zonas rurales.

Comprar directamente a un productor local (agricultor, pescadero, carnicero, etc.) favorece que los productores y trabajadores reciban una remuneración digna. A menudo, las cadenas de distribución y las grandes empresas que compran al productor primario no son éticas ni respetuosas con sus derechos y abusan de su poder negociador. Por tanto, cuanto menor sea la distancia entre el consumidor y el productor, mejor.

Comprar directamente a los productores locales y a las pequeñas empresas también otorga al consumidor el poder de colaborar en la redistribución de la riqueza, en vez de favorecer a las grandes multinacionales y empresas que tienen gran poder económico.           
Esa economía local y circular también reduce las consecuencias medioambientales de la producción y distribución de los alimentos, y fomenta así un modelo económico basado en principios de sostenibilidad.

Buenas prácticas:

Los frailes capuchinos de España han impulsado un proyecto basado en la idea de una economía local, ética y respetuosa con los derechos humanos. El proyecto se denomina Huerto Hermana Tierra y contempla la utilización de un gran huerto de dos hectáreas, abandonado desde hace más de 25 años, para el cultivo sostenible. Este es también un espacio de formación y prácticas en agricultura ecológica para inmigrantes y personas con dificultades personales y sociales, a las que se les garantizan unas condiciones económicas y humanas dignas y la adquisición de conocimientos y habilidades que mejoren su empleabilidad.

Otro proyecto es Alimentación sin desperdicio una plataforma que nace del deseo de evitar el desperdicio de alimentos y valorar el trabajo de los pequeños productores locales ya que en España se desperdician cada año 7,7 millones de toneladas de alimentos. A esta plataforma se pueden adherir empresas productoras, distribuidoras e incluso grandes cadenas dispuestas a ofrecer productos ‘feos’. Un operador destacado dentro de esta plataforma es Takual, que comercializa frutas y verduras de temporada que serían desechadas del proceso de distribución por defectos estéticos y las revende a bajo precio enviando directamente las cajas (pequeña, mediana o grande) al domicilio del cliente, que puede personalizar su compra (fruta, verdura o ambas) excluyendo lo que no desee.

Desafíos actuales y futuros:

 El mayor reto para lograr un tipo de economía responsable, local, ética y sostenible es, sin duda, el precio. Los alimentos ecológicos y locales suelen ser más caros que los productos ofrecidos por las multinacionales y las grandes empresas por su producción más limitada y el coste de las acreditaciones y certificaciones biológicas. Las grandes cadenas ofrecen bajos precios pero sus productos suelen ser de peor calidad, mal pagados a los productores y almacenados largamente, por lo que no cumplen criterios de sostenibilidad económica, ambiental y social.

Otro problema es que los pequeños productores locales no pueden frecuentemente acceder a mercados muy competitivos con sus escasos recursos y a veces con su falta de conocimientos para lograr suficiente visibilidad y convencer al mercado potencial de que los productos locales son de alta calidad para que decida cambiar sus hábitos de compra. Hay que educar al consumidor para que abandone la comodidad del supermercado, donde puede encontrar todo tipo de productos, para comprar productos locales que cumplan requisitos de producción sostenibles y éticos.



Los ciudadanos como principales agentes del cambio en alimentaciónPulsa para leer  



Introducción:

El lenguaje del consumidor, a través de sus herramientas (publicidad, marketing, marcas), es probablemente el lenguaje social no verbal que más utilizamos para comunicarnos: a través de él nos expresamos, mostramos nuestra pertenencia a un grupo o comunidad. Por tanto, este proceso refuerza nuestra identidad, pero al mismo tiempo puede producir sentimientos de inadaptación y frustración. La sociedad en la que vivimos se denomina sociedad de consumo y se caracteriza por fenómenos como el consumismo y el capitalismo. La base de este tipo de sociedad es la lógica del hedonismo, que significa la búsqueda del placer y no de la únicamente satisfacer las necesidades. La búsqueda del placer a través de los objetos materiales se ha convertido así en un objetivo social. Sin embargo, este modelo de consumo está alimentando una sociedad infeliz, insostenible e injusta.

Impacto/Beneficios:

Es necesario pensar en un nuevo modelo de consumo más responsable, que reduzca la actual crisis sistémica en todas sus dimensiones: social, cultural, medioambiental. En este sentido, poner en práctica un rol activo de la ciudadanía en la compra de productos y servicios es una cuestión clave.

Gracias a la globalización, podemos comprar fácilmente, bien en tienda física o por Internet, en cualquier momento y desde cualquier lugar, alimentos que no se pueden producir en el propio territorio o que no son de temporada.

El consumo responsable de alimentos tiene un gran impacto social. Las decisiones conscientes y el consumo socialmente justo producen, a través de las elecciones de compra, efectos sociales y culturales positivos en las comunidades y sociedades, ayudando a preservar las dietas tradicionales, mejorando la vida en las zonas rurales y favoreciendo la salud de las personas. Por eso es preferible comprar productos locales que importados.

Es crucial promover un mayor nivel de concienciación entre los consumidores. La protección de los valores culturales de los alimentos locales es también un gran beneficio del consumo responsable de alimentos, ya que contribuye a perpetuar los conocimientos ancestrales sobre gastronomía, productos y variedades tradicionales. Las comunidades rurales también se benefician de un consumo responsable de alimentos, ya que se contribuye a fijar la población a los territorios evitando la despoblación de los pequeños pueblos. 

También significa garantizar unas condiciones económicas y humanas dignas para los trabajadores y el respeto de ciertas normas de inclusión e igualdad de género. Europa nos da seguridad a este respecto con sus directivas y reglamentos sobre derecho laboral, seguridad en el trabajo, igualdad de oportunidades y protección contra la discriminación.

Buenas prácticas:

Algunas empresas se comprometen a donar parte de los beneficios (en el caso de la industria alimentaria, además los productos sobrantes) para apoyar buenas causas y reducir el desperdicio de alimentos, al tiempo que apoyan a personas desfavorecidas económica y socialmente.

Un buen ejemplo de marca socialmente comprometida es Brewgooder, fundada por Adam y James en 2016. Brewgooder dona el 100% de sus beneficios a organizaciones benéficas. Su misión es garantizar el acceso al agua potable al mayor número de personas posible. Solo entre 2016 y 2018, vendieron 750.000 Clean Water Lagers, consiguiendo así donar casi 50.000 libras a organizaciones benéficas. Estas donaciones han ayudado a financiar varios proyectos, gracias a los cuales 40.000 personas han podido tener un mejor acceso al agua potable, involucrando también a escuelas y hospitales. En sus cervezas hay códigos QR a través de los cuales se puede conocer el impacto positivo que ha tenido en el mundo su compra y los proyectos financiados. Los usuarios también se pueden registrar en su web, crear un perfil y formar parte de esta comunidad de consumidores responsables amantes de la cerveza.

 

Otro ejemplo es Tony's Chocolonely. Teun van de Keuken fundó esta empresa de confitería holandesa en 2005. Van de Keuken era periodista de investigación y descubrió que la esclavitud, sobre todo infantil, sigue estando muy extendida en las plantaciones de cacao de África Occidental. Él lo llama esclavitud moderna y quiere combatirla dando buen ejemplo. Van de Keuken afirma que los ingredientes básicos de su chocolate son cinco:

1.  Trazabilidad del cacao en grano (comprado siempre a cooperativas asociadas)

2. Un precio elevado (para garantizar a los agricultores una remuneración acorde con un nivel de vida digno).

3. Fortalecimiento de los agricultores y las cooperativas

4. Contratos a largo plazo (que duren al menos 5 años para que las cooperativas y los agricultores puedan invertir para mejorar)

5. Calidad y productividad (garantizadas por la motivación de los agricultores, que se mantiene alta gracias a las recompensas y a la confianza depositada en ellos).

Desafíos actuales y futuros:

El comportamiento de consumo es un comportamiento social y, como tal, está fuertemente influido por las instituciones y los valores. Por lo tanto, intentar cambiar el patrón de consumo de la gente en una dirección más responsable sin cambiar, al mismo tiempo, los valores y la cultura compartida hacia una sociedad menos consumista es muy difícil. El reto es, por tanto, promover un cambio social, cultural e institucional que apoye la difusión de un modelo de consumo socialmente responsable que se mantenga constante en el tiempo. Este cambio cultural debería llevar a los ciudadanos a ser más activos en su responsabilidad hacia la comunidad y menos individualistas. El nuevo modelo debería basarse en un prototipo de homo civicus más que de homo economicus. Semejante transformación de la cosmovisión que hasta ahora ha sustentado la organización de las sociedades en que vivimos es profunda y requiere un gran compromiso. Este sentido de comunidad, necesario para que los consumidores sean socialmente responsables, debería transmitirse ya desde la infancia en la escuela, que es la primera comunidad a la que pertenece un individuo. La educación es fundamental.



Sostenibilidad medioambiental en la alimentaciónPulsa para leer  



Introducción:

Un consumo alimentario más responsable es la herramienta más poderosa de la que disponemos para contrarrestar la huella medioambiental de la industria alimentaria, cuyos principales perjuicios conducen a:

  • La deforestación
  • La pérdida de biodiversidad
  • El uso de productos químicos en la agricultura
  • La producción de carne y lácteos
  • La pesca intensiva
  • El transporte de alimentos (especialmente por vía aérea)
  • El desperdicio de comida

Dado que la industria alimentaria es una de las de mayor huella medioambiental, el consumo responsable de alimentos es crucial para garantizar un futuro más sostenible a las próximas generaciones.

Impacto/Beneficios:

  • La deforestación y la destrucción de hábitats naturales y ecosistemas para ganar más terreno para la agricultura ponen en peligro a muchas especies salvajes y contribuyen al calentamiento global.      

  • Como consecuencia, aumentan las lluvias torrenciales que desplazan los abonos artificiales, siendo absorbidos por organismos y animales, y contaminando el suelo, el agua y ecosistemas enteros.
  • Casi la mitad de la producción agrícola se destina a alimentar a los animales de granja, por lo que la producción de carne y lácteos es la principal causa de deforestación y pérdida de biodiversidad.
  • Además, en la ganadería intensiva, la enorme cantidad de estiércol que se produce no puede ser absorbida de forma natural por el medio ambiente circundante, lo que provoca elevadas emisiones de gas metano.
  • Existe una peligrosa sobreexplotación pesquera de las especies de peces más consumidas.
  • El transporte aéreo de alimentos a países donde no se pueden cultivar o no son de temporada consume una enorme cantidad de combustibles fósiles, cuyas emisiones son muy perjudiciales para el medio ambiente.

  • 1/3 de la producción mundial de alimentos se desperdicia durante la cadena de producción y esto es especialmente perjudicial por el derroche innecesario de recursos.


Por tanto, el consumo responsable en este ámbito puede contribuir de varias formas:

  • Consumir de forma crítica: comprar alimentos en cantidades justas reduce el desperdicio de alimentos y, por tanto, los recursos utilizados para su producción.
  • Consumir menos: especialmente algunos tipos de productos, como carne, pescado, lácteos y alimentos procesados.

  • ​​​​​​​Consumir mejor: comprar productos ecológicos permite proteger el medio ambiente de los graves daños causados por la aplicación de químicos.
  • Consumir localmente: comprar localmente es también contribuir a reducir las emisiones de gases y al proteger la diversidad local.

Buenas prácticas:

La mejor manera de comer de forma sostenible y reducir la huella ambiental es tomar de la naturaleza lo que puede ofrecernos sin explotarla. Este es el principio en el que se basa el trabajo de James Wood, fundador de Totally Wild Food. Los recolectores de Totally Wild Food son expertos en los ecosistemas en los que trabajan y sólo recogen pequeñas cantidades de los alimentos silvestres que encuentran para permitir que las plantas vuelvan a crecer de forma natural. Esto permite comerciar con ingredientes de alta calidad sin explotar tierras de cultivo y con muy pocos recursos. Además, James Wood y su equipo imparten cursos de cocina centrados en los alimentos silvestres y su manipulación.

Otra marca extremadamente sostenible que trabaja para minimizar su huella medioambiental es Biona, que empezó hace casi 50 años como una pequeña tienda de alimentos integrales y desde entonces se ha ampliado a más de 350 productos ecológicos. Su misión es vender únicamente alimentos ecológicos lo menos procesados posible. Su sede central funciona exclusivamente con fuentes de energía renovables y más de la mitad de sus productos se producen con energía limpia. El 93% de sus envases son reciclables y todos los ingredientes se importan únicamente por tierra o mar para reducir su huella de carbono.

 

Desafíos actuales y futuros:

Para fomentar el consumo responsable de alimentos, es necesario promover el consumo local. Sin embargo, la mayoría de la gente hace la compra de alimentos en los supermercados. Aunque en la etiqueta de todo lo que compramos está escrito de dónde procede, leer las etiquetas sigue sin ser un hábito generalizado. Los consumidores se encuentran con estanterías llenas de todos los productos durante todo el año, sea o no su temporada. Por esto, en los supermercados el consumidor medio no percibe el cambio de las estaciones y no se cuestiona dónde se producen los productos y cómo se transportan.

Otro aspecto especialmente preocupante del consumo de alimentos es el consumo excesivo y generalizado de carne. Como sabemos, la producción de carne es una de las más perjudiciales para el medio ambiente, además de que su consumo excesivo, sobre todo de carne roja, es muy desaconsejable porque no es especialmente saludable. Ya hay muchas opciones vegetales que ofrecen fórmulas eficaces para imitar a la carne tanto desde el punto de vista nutricional como del sabor. Estos productos pueden ser buenas alternativas para sustituir a la carne varias veces por semana, sobre todo para las personas que la consumen en exceso. Pero, por desgracia, aún no son suficientemente conocidos, no están al alcance de todos y los amantes de la carne se muestran escépticos a la hora de probar una imitación de este tipo.



Primeros pasos hacia el consumo responsable en alimentaciónPulsa para leer  



Introducción:

Ya hemos visto cómo, por mucho que parezca que las grandes industrias controlan el mercado, el consumidor no debe olvidar que la oferta depende de la demanda. Por tanto, el usuario tiene cierto poder y responsabilidad (hacia el medio ambiente, su comunidad y todas las personas implicadas en los procesos de producción y consumo) y debería ejercer ese poder de forma consciente y ética.

Más allá de las decisiones de compra, todo comportamiento de consumo puede tener un cierto impacto social o medioambiental. La trivial decisión de empezar a beber agua del grifo y utilizar una botella de agua cuando se está fuera de casa, por ejemplo, ahorra varios kilos de plástico y CO2 (emitidos tanto para la producción como para el transporte de las botellas) en un año.

Estos pequeños gestos no sólo tienen un impacto directo en el medio ambiente, sino también indirecto, al servir como ejemplo e inspirar a las personas de nuestro entorno a hacer lo mismo.

Consejos y recomendaciones:

Los hábitos de alimentación actuales están aún muy lejos de ser sostenibles, por lo que hay mucho que cambiar en las decisiones de consumo cotidianas. Dado que esto puede desanimar a los consumidores y desmotivarlos, es esencial empezar con pequeños pasos y plantearse qué puede hacer cada uno y con cuánto esfuerzo. Los cambios grandes y repentinos en los hábitos corren el riesgo de no ser duraderos y, por tanto, de no ser eficaces.

Es impensable, por ejemplo, vivir de repente produciendo cero residuos. Para alguien puede ser más fácil centrarse en reciclar e intentar producir la menor cantidad de residuos posible, para otras personas, consumir sólo productos de temporada. Hay que encontrar el equilibrio adecuado para mantenerse motivado para crear y mantener nuevos hábitos de compra y consumo responsables y dar pasos pequeños pero constantes.

Para empezar a ser un consumidor más responsable, lo más importante es informarse e investigar. Hay que empezar por averiguar qué productos y marcas son más responsables (tanto ética como medioambientalmente), para decantarse por ellas y saber cuáles hay que evitar. Es esencial investigar qué tipo de productos dañan el medio ambiente o han sido producidos mediante la explotación de los trabajadores, y también dónde encontrar productos que se produzcan de forma responsable (tiendas ecológicas, mercados, etc.).

Se puede empezar por estas pautas:

  • Comprar alimentos locales y de temporada
  • Comprar a granel o con el menor embalaje innecesario posible
  • Comer una cantidad más controlada de carne, pescado y lácteos
  • Evitar los alimentos procesados
  • Comprar directamente al productor siempre que sea posible
  • Tener una dieta variada para preservar la salud y la biodiversidad del planeta
  • Usar botellas y envases reutilizables
  • Beber agua del grifo, si es necesario, filtrada
  • Apoyar a las empresas pequeñas y éticas, comprando sus productos

 

 

QUÉ HACER 

  • Adoptar una dieta sana y frugal basada en alimentos frescos de la zona
  • Preferir las proteínas vegetales a las animales
  • Utilizar técnicas de conservación tradicionales, sencillas y caseras
  • Llevar las propias bolsas y embalajes al comprar
  • Comprar con frecuencia poca cantidad
  • Utilizar las sobras para elaborar nuevos platos y llevarse la comida sobrante en los restaurantes

 

QUÉ NO HACER 

  • Comprar alimentos frescos en supermercados y grandes superficies
  • Infravalorar la tradición culinaria de su región
  • Utilizar conservantes y aditivos químicos, consumir ultra procesados
  • Almacenar, refrigerar los alimentos durante mucho tiempo, pues se estropean o pierden propiedades
  • Tirar la comida
  • Comer en exceso

Siguiendo estas pautas mejorará sus hábitos alimentarios desarrollando un estilo de vida más saludable, cuidará su salud, su economía y el planeta.

No olvide que puede buscar inspiración y ayuda sobre cómo convertirse en un consumidor más responsable. Muchas empresas y organizaciones han desarrollado proyectos e iniciativas destinados a ayudar al consumidor medio a ser más consciente y responsable.

Un buen ejemplo es The Good Shopping Guide, un sitio web creado y gestionado por The Ethical Company Organisation, que investiga constantemente cómo se producen las distintas marcas y luego asocia a cada una de ellas una Puntuación del Índice Ético basada en criterios éticos y de sostenibilidad, relativos al medio ambiente, animales, personas y otros.





Área

Alimentación

Nivel

Básico

Palabras claves

Consumo responsable de alimentos - Alimentación saludable - Sostenibilidad - Consumo ético - dieta saludable - dieta sostenible - desperdicio de alimentos

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